La ergonomía de la pobreza.
La ergonomía de la pobreza
Hace días que pierdo pelo, sí, será la edad, la preocupación, el tiempo. Dicen que el agua de romero es un buen preventivo. Conozco un lugar donde crece libre, tras una bonita caminata matutina consigo algunas ramas, así que dicho y hecho.
Al regresar tranquilo, silbando, me dí cuenta de algo en lo que no había reparado a la ida.
En un banco, de esos antiguos de madera largos, había una persona envuelta en una manta de cuadros, con sus bolsas arrinconadas debajo del asiento. Supongo que los silbidos le despertaron, porque al pasar levantó su manta, no había nadie más en el camino, quise pedir disculpas, pero no lo hice. Me fuí.
Al llegar a casa, pensaba en por qué esta persona usaba esos bancos, en un lugar despoblado, alejado de la ciudad, en medio de la nada. Llevo el día entero reflexionando sobre ello y he dado con una idea en la que tampoco había reparado.
De un tiempo a esta parte he ido viendo cómo se modificaban los bancos públicos en mi ciudad, casi todos han sido sustituidos por bancos pequeños, o incorporando una separación entremedias, que yo pensaba que sería para dotarles de mayor resistencia, por comodidad, por estética.
Incluso en las paradas de autobús, las marquesinas también están incorporando esa extraña división central, asientos extremadamente estrechos donde apenas caben las posaderas, barandillas con formas modernas que se usan para mal sentarse... Aparentemente sin sentido.
Pero no. Vaya que si lo tiene. Parezco idiota al olvidar que "el sistema" jamás da puntadas sin hilo.
En estos nuevos bancos públicos ya no puedes tumbarte, porque no cabes extendido. Siguiendo pistas, en muchas ciudades se llegan a instalar pinchos, barras, bloques y obstáculos de todo tipo donde sea imposible permitir el descanso. Incluso hasta pináculos de hierro y hormigón en el suelo, debajo de soportales, porches, voladizos y puentes, en zonas donde ya no se puede ni refugiar por lo peligroso que supone pincharse.
Y como no, en un mundo tan absurdo donde campea que todo sea bonito aunque esconda una mierda, tienen las santas narices de llamar a esto:
- Mobiliario urbano anti-vagabundos.
- Arquitectura Hostil anti-mendigos.
- Urbanismo preventivo.
Estudiando el asunto, confieso que he sentido terror de este sistema que nos vigila. A la palabra "preventivo" le cogí tanto asco en las épocas en que la mili era obligatoria que sólo verla escrita me produce náuseas.
¿Qué es el mobiliario urbano preventivo?
El mobiliario urbano anti vagabundos es una expresión política que ignora o rechaza a los miembros más desfavorecidos de una sociedad cada vez más pobre.
El diseño industrial se prostituye en contra de la ergonomía natural para la que trabaja y ahora se diseñan o se modifican elementos urbanos para evitar o dificultar que las personas sin hogar se acomoden o duerman en determinados lugares.
Una forma de arquitectura hostil o agresiva que busca expulsar a los indigentes del espacio público.
¿Cómo es el mobiliario urbano anti vagabundos?
El mobiliario urbano anti vagabundos puede adoptar diversas formas y materiales, pero todos tienen en común el objetivo de disuadir o impedir el descanso de las personas sin hogar. Algunos ejemplos son:
- - Los bancos con apoyabrazos, divisiones o superficies inclinadas que impiden tumbarse o sentarse cómodamente.
- - Las rejillas metálicas, los pinchos o las piedras que cubren el suelo o las paredes donde podrían apoyarse o recostarse.
- - Las duchas automáticas, los aspersores o los altavoces que se activan cuando detectan la presencia de alguien durante un tiempo prolongado.
- - Los carteles que prohíben el acceso o la permanencia a determinadas horas o zonas. Estos elementos pueden estar presentes en parques, plazas, calles, portales, cajeros automáticos o cualquier otro lugar donde las personas sin hogar puedan buscar refugio.
¿Qué consecuencias tiene el mobiliario urbano anti vagabundos?
El mobiliario urbano anti vagabundos tiene varias consecuencias negativas tanto para las personas sin hogar como para la sociedad en general. Algunas de ellas son:
- Aumenta la vulnerabilidad y la exclusión social de las personas sin hogar, al negarles un derecho básico como es el acceso al espacio público y a un lugar donde descansar.
- Genera una falsa sensación de seguridad y limpieza, al ocultar el problema de la falta de vivienda en lugar de solucionarlo.
- Reduce la diversidad y la convivencia en el espacio público, al favorecer una visión elitista y discriminatoria de quién puede usarlo y cómo.
- Atenta contra la estética y la funcionalidad del espacio público, al introducir elementos que rompen la armonía y el confort del entorno.
¿Pero qué sistema perverso es éste que criminaliza no ya al que menos tiene, sino que ataca al que ya no le queda nada?
Una vez arruinados, esclavizados, encerrados, embozalados y en casa ( si la tienes), toca madera para que no la pierdas, porque si te toca vivir en la calle ya no encontrarás ni un mísero banco donde descansar tus huesos.
Los serviles perros sistémicos y su falsa solidaridad con banderita de tal o cual color, ladrarán:
- "Para eso están los albergues municipales."
- "Queda feo ver a tanto vagabundo borracho tirado"
- "Que trabajen como todos"
- "Qué asco, el otro día fui a un cajero y qué olor echaban los que dormían ahí? "
Obviando, como suelen hacer los que tienen la vida resuelta, que en este tiempo donde la pobreza se encuentra a la vuelta de cada esquina, posiblemente, éstos centros de acogida estén más que ocupados. Sólo hay que escuchar las llamadas de los bancos de alimentos o de los servicios sociales, alertando que ya no hay más para tanto pobre.
Obviando, una vez más, que hay cada vez más personas que sólo les queda esta salida: Vivir en la calle.
Obviando, una tercera vez, que aún quedan personas con la dignidad y el valor suficiente de decir BASTA, y desprovistas de sus derechos fundamentales sólo apelan al único derecho innato al ser humano: ser libre a desplazarse por cualquier lugar, sin bajar más la cabeza, sin aceptar la humillación de programas sociales, de absurdas encuestas que controlan lo que somos por dentro, de sus misteriosas mentiras que solo buscan encasillarnos, estudiarnos y controlarnos.
En conclusión, cuando lo has perdido todo, es terrible ser consciente que ya no te queda ni el derecho a dejarte caer en el frío suelo, dejando a la luz que todo debe ser filtrado por "la Gran Máquina", y esa golfa, sólo se preocupa de ocultar lo que no debe ser visto.
Empieza a ser urgente la defensa, pero la gente está adormecida en su "chaisse-longue" del Carrefour... quien aún la tenga.
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